Días de Muertos en Familia
Recordando a los que se han ido
por chichibas

Serafina González de Rosado y Antonio Rosado
Esta foto data de 1935 o 36, y es la foto oficial de la boda entre Serafina González y Antonio Rosado, ambos originarios de Ticul.
Ella hija de un ganadero, Don Andrés González Peraza y él hijo de Don Antonio Rosado dueño de las tiendas más grandes de la región de abarrotes y algunas panaderías, sin lugar a dudas un hombre rico. La imagen es interesante, porque ella representaba la belleza de la época y él criollo y mestizo de buen ver, era lo que podría llamarse un junior. La boda típicamente regional yucateca donde resaltaba el oro, el collar de filigrana y la abotonadura de oro, herencias familiares.
Fue un matrimonio arreglado, entre los viejos, al papá de Antonio le preocupaba que su hijo, dedicado al juego y a la bebida acabara con su dinero, y ella la hija de Don Des, pues había salido bella y la belleza era equivalente al dinero. ¿Cuánto le dieron a Don Des para que permitiera casar a Serafina con Antonio?, no estoy seguro, pero le dió la oportunidad de comprar un ato de ganado relativamente grande.
Serafina no estaba muy de acuerdo con la boda, apenas tenía 16 años y Antonio si acaso no más de 17, cuentan los tíos que el día de la luna de miel ella no quiso irse con su nuevo marido, así que regresó a su casa, pero Don Des la devolvió con Antonio, qué iban a decir el pueblo? si el matrimonio no se consumaba.
Duraron 45 años de casados, ella se dedicó a su marido y a los negocios del marido, pues ella atendía las tienda, la panadería y cobraba los dineros. Antonio dedicado a las mujeres, al juego y a la bebida la llenaba de alhajas y pulseras, que luego ella vendía para pagar a los proveedores. En una ocasión enterada que su marido estaba jugando en la cantina fue a buscarlo, brava como ninguna entró, se acercó a la mesa de Antonio furiosa y golpeó a todos los comensales, pero al que le fue peor fue al pobre cantinero que atendía la barra, pues al tratar de detenerla, lejos fue a dar con la bofetada que le propinó, esta historia aún se cuenta en el pueblo. Y es que Serafina siempre creyó que abusaban de su marido que él era bueno, se sentía culpable de no haberle dado hijos y eso la mantuvo a su lado, nunca le gritó, le pegó o le dejó de dar dinero, bueno lo que le sobraba.
El muere de cirrosis a los 55 años y ella ya muy anciana a los 99. El recuerdo más vívido que tengo de ella fue cuando cocinaba y cantaba algo así,
"Adiós muchachos, compañeros de mi vida, Barra querida de aquellos tiempos. Me toca a mi hoy emprender la retirada"
Sin duda amaba el tango. Será por eso que el "Codillo Asado" le salía superdelicioso.
Con amor para la Tia Fina